Se sabe muy poco de su
propia vida, siendo la principal vía de información para reconstruir su
biografía tres fuentes: las cartas de Plinio el Joven, los escritos de Elio
Esparciano en la
Historia Augusta y las obras de Juan Lido, además de pequeñas
indicaciones dadas por él mismo. De acuerdo con estas fuentes, y gracias a la
aparición en los años 50 del siglo XX de una inscripción honorífica en su más
que probable ciudad natal, se sabe que su nombre completo fue Gaius Suetonius
Tranquillus, y que nacería en Hipona, la antigua Hippo Regius, en Numidia,
hacia el año 70 o 71 d. C., a principios del reinado de Vespasiano. Murió
después del año 126 d. C.
Su padre, Suetonius Laetus, procedía del orden ecuestre disponiendo además de una acomodada situación. Aunque al pertenecer a tal clase lo normal es que el hijo hubiera hecho carrera en el ejército y luego en la administración fiscal, Suetonio no se decidió por ello. En cambio, en tiempos de Domiciano (81-96) fue enviado a Roma, donde comenzó a estudiar literatura, gramática y retórica, llegando a ejercer como profesor y abogado en el año 97.
Fue amigo y protegido de Plinio, quien le consiguió el ius trium liberorum, y le habría además recomendado al emperador Trajano, gracias a lo cual pudo ingresar a la burocracia imperial, desempeñando, durante el reinado de este emperador (98-117), los cargos de superintendente de las bibliotecas públicas y responsable de los archivos. Sirvió a Plinio durante la estancia de éste como gobernador de Ponto y Bitinia entre 110 y 112 d. C.
Tras la muerte de Plinio, Suetonio tuvo otro gran valedor, Cayo Septicio Claro, el prefecto del pretorio de Adriano. Éste consiguió que el emperador nombrara a Suetonio secretario ab epistulis (encargado de la correspondencia oficial), un cargo de gran categoría y confianza.
Este puesto le proporcionó acceso a los archivos imperiales, a correspondencias como las de César y Augusto, o a los testamentos de uno y otro, lo que sirvió para conferir a su obra un carácter de veracidad y de relato con información de primera mano. Posiblemente acompañó al emperador en sus viajes a Galia, Germania y Britannia entre los años 120 y 122.
En 122 tanto él como Septicio Claro caen en desgracia, al romperse bruscamente las relaciones con Adriano; el colofón de esta última y triste época lo puso su expulsión de la corte. Parece ser que esto fue debido a «tomarse demasiadas familiaridades con la emperatriz», aunque otros autores sugieren que Adriano sólo trataba de aislar a Vibia Sabina.
A partir de este momento se retiró a la vida privada y se consagró a la labor literaria, pero los datos sobre su vida son prácticamente nulos, pues ni siquiera sabemos con seguridad la fecha de su muerte, que, en todo caso tuvo que ser después del año 126.
Obras
De su obra cabe decir que fue extensa y que escribió tanto en lengua latina como en griega, pero, por desgracia, de toda su producción tan sólo se han conservado dos obras prácticamente completas: Las vidas de los doce césares (De vita Caesarum) y el De grammaticis et rhetoribus. En estado más fragmentario nos han llegado el De poetis, y, quizá retrabajado por autores posteriores, el De viris illustribus («Sobre los hombres ilustres»), que posiblemente fueron los libros 11-19 de su perdida Pratum de rebus variis.
De vita Caesarum: Son biografías de doce césares, desde Julio César hasta Domiciano. Si bien se ha criticado el exceso de anécdotas escabrosas, su ingenuidad y el interés que despierta la vida privada de los Césares han hecho que su obra no haya dejado nunca de interesar tanto a los estudiosos como al gran público.
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