Objetivo del blog

El presente blog tiene el objetivo de dar una visión general a cerca de la literatura grecolatina clásica.

Se presentará a los autores griegos y latinos más sobresalientes, abordando su vida (es decir, sus datos biográficos), así como su obra más representativa.

Además, se pretende hacer una recopilación de leyendas, historias y toda clase de temas concernientes con la mitología grecolatina, para así dar cuenta de la importancia que ésta tuvo y sigue teniendo en nuestros días pues, nadie negará que la civilización occidental actual, tiene sus orígenes en este mundo de dioses y pasiones.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Reseña de Anacreonte

El poeta Anacreonte con sus musas, Norbert Shroedl


Por: María Elena Álvarez Alfaro
La existencia humana carece de finalidad, si tiene algún sentido, éste va más allá de nuestra comprensión. Ese es tema de los Dioses.

Anacreonte fue el poeta griego de la lírica hedonista. Nació en la cuidad jónica Teos o Teya, (actualmente Turquía). Se cree que vivió entre 572 y 485 a.e.c. Debido a la huida de su pueblo natal, por la amenaza persa, migró a Abdera y luego a Samos donde fungió como poeta de la corte del tirano Polícrates, hasta el 522 cuando este fue asesinado por Oretes, sátrapa de Cambises durante otra invasión persa.
            Anacreonte, entonces se trasladó a Atenas donde sirvió a Pisistrato y más tarde, cuando este cae del poder, Anacreonte se va a Tesalia bajo la protección de los Alévadas, allí murió a la avanzada edad de 81 años durante la segunda guerra Medica entre persas y griegos. Se dice que paradójicamente, una pepita de uva que le ahogó fue la causa de su muerte.
            Siempre fue poeta de corte y su producción poética fue abundante, sin embargo hasta nuestros días es difícil diferenciar, en la colección que ostenta su nombre (de la cual, desgraciadamente,  muchos son solamente fragmentos) lo que es realmente suyo y lo que pertenece a sus abundantes imitadores. A algunos hay que descartarlos por su afectación (Anacreonte escribía de manera sencilla, ingenua, correcta, a veces tiernamente patética pero nunca afectada), y otros por sus tendencias epigramáticas, caracteres ambos de una época posterior, según los historiadores.
            Adquirió gran celebridad en la antigua Grecia, debido a que en sus poesías había un tinte sensual y apasionado que embriagaba de placer a la audiencia. También cultivó ocasionalmente la sátira, inspirándose en Arquíloco.
            Su poesía canta a los placeres, a la alegría, la facilidad de la vida. Sus temas son el dormir, beber, amar, cantar y bailar, además de frecuentes referencias a elementos de la naturaleza como las golondrinas, la cigarras, las flores o las estaciones alegres del año: primavera y verano,  los cuales utiliza para exaltar la belleza en la sencillez de la vida. El mejor ejemplo de esto es su Odita a la paloma.
            Por otro lado, Anacreonte rechaza los temas referentes a la gloria del héroe, al furor de guerra o las trágicas matanzas, temas ampliamente difundidos y trabajados por otros poetas de aquellos tiempos, y tal vez fuera precisamente porque él mismo estuvo toda la vida asediado por la guerra, huyendo de ella constantemente.
            Podríamos decir que consideraba necesario, a través de su trabajo como poeta cortesano (y sobre todo para sí mismo), retirar el reflector de todo aquel sufrimiento bélico y echar luz sobre lo valioso de la existencia: lo disfrutable en vida, aquello que puede halagar a los sentidos, los amores y  los deleites de la mesa. Nuestro poeta afirmaba que cuanto más próximo se halle el día de la muerte, tanto más anhelo debemos sentir por la satisfacción de nuestros placeres, porque con el sepulcro todo acaba. Las glorias y honores que se puedan obtener después de la muerte (a través de heroicos combates, por ejemplo) de nada sirven.
            Sus influencias en la literatura son notables, podemos encontrarlas desde los cantos de los poetas Goliardos (monjes errantes que se decían descendientes del gigante Goliat), también en poetas como José Cadalso (S. XVIII) o Salvador Rueda (precursor del modernismo). Goethe le escribió un poema titulado Anakreons Grab (La tumba de Anacreonte), Edgar Allan Poe escribió el poema titulado «Romance» en el que cuenta que él había sido «un muchacho ocioso… que leía Anacreonte y bebía vino».
            Pero quizás la más llamativa e inesperada conexión al poeta en tiempos modernos es la que lo liga al himno nacional de los Estados Unidos de América. En 1554 la traducción que hizo el parisino Estienne de los textos de Anacreonte tuvo acogida por toda Europa, de manera que para el siglo XVIII, esta poesía era tan difundida en Londres que en 1776 se formó la «Sociedad Anacreóntica» cuya actividad consistía en reunirse cada dos semanas para embriagarse y cantar anacreónticas. Este grupo tenía una melodía como su tema-emblema, titulada «A Anacreonte en el cielo» (To Anacreon in Heav'n).
            Durante la llamada «Guerra de 1812» Francis Scott Key, un abogado y poeta aficionado estadounidense, había abordado un barco inglés con una bandera de tregua para arreglar la liberación del Dr. William Beanes, un prisionero en manos de los británicos. Key logró la libertad de Beanes, pero lo detuvieron esa noche, mientras atacaban el Fuerte McHenry. Al amanecer, fue tal su felicidad al ver la bandera de Estados Unidos ondeando sobre el fuerte, que empezó a escribir un poema para celebrarlo.
            Ese poema, retitulado por la gente como The Star Spangled Banner (El estandarte tachonado de estrellas) fue impreso primero en un panfleto y luego en un periódico de Baltimore y pronto se convirtió en una canción popular, cantada con la melodía de «A Anacreonte en el Cielo». Luego, en 1931, fue certificado como el himno nacional de los Estados Unidos de América.
            Anacreonte, poeta juguetón y festivo, a mi juicio ha sido malinterpretado, atribuyéndosele una desmedida alabanza al vicio y la depravación. Desde mi perspectiva, era más bien un hombre carismático, sí comodino, pero sobre todo un apasionado partidario de la embriaguez dionisiaca que abre las puertas a la inspiración poética y que permite gozar como se debe  de la  edad ligera  (como le llamaba a la juventud) y sacar el mayor provecho posible del breve paso por la vida.

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